domingo, 7 de julio de 2013

Soneto al beso @ Ivette Durán Calderón

Soneto al beso

@ Ivette Durán Calderón





Mientras  te platicaba, mirabas distraído
cómo movía los labios, dejaste de escuchar.
Y casi, casi, casi muy cerca de mi oído,
tímido preguntaste, si sabía besar

Esa sutil pregunta a mi alma ha traído
recuerdos y nostalgia con gracia virginal.
He besado esa frente plateada paternal,
las manos maternales en su último vahído.

He besado a mis hijos en amoroso abrigo,
también a mis amigos con gran fraternidad.
Y ahora que lo pienso, sin miedo te lo digo:

he besado a mis hombres con gran sensualidad.
Todo beso fingido es digno de castigo,
por eso cuando beso, lo hago de verdad.






The present of book


@Ivette Durán Calderón

“In spite of the advantages of electronics books, it still may be a Little too early to predict the end of traditional publishing”




Those of us who were educated like myself with the traditional printed texts-those bulky volumes of history or literature-can easily understand the benefits of utilizing digital texts. Experts in the publishing industry are even predicting that soon children will no longer have to lug those heavy bags and backpacks crammed with books, but rather access the Internet to download the necessary texts into their personal computers. There are some that even go beyond that, daring to suggest that even their classrooms will be replaced one day a virtual teacher giving classes over the Internet.
With the development of literary texts in an electronic format, the very act of Reading will undoubtedly see profound changes for this and future generations. The electronics books-or the e-books, as it’s known in today’s jargon-frightens some and excites others, and has become just another sign of how cutting-edge technology is revolutionizing the way in which we live.
Perhaps in 100 years, when archeologist study the history and chronicles off the turbulent and resplendent 21th century, they’ll have to speak about the Internet and the changes it wrought on the social structures and lifestyles at the dawn of the printed page bound in conventional books, or will this old technology have already disappeared requiring future generations to read it in an electronic format?
According to specialists, the printed page is still the best format for the human eye due to the limitations imposed on Reading speed by computer screen resolution. Although the screen letters aren’t as clear as those made by ink on paper, the e-books compensate by other digital advantages, such as the ability to alter the size and font of letters. Some of the e-readers even have sound and images that convert them into complete interactive instruments, making them very attractive for children’s texts, for example.

Even so, conventional books don’t need batteries or any other source of power to be enjoyed. Although there’s an old proverb that says “you shouldn’t judge a book by its cover”, many consummate readers still practice this species of courtship. This is evident when we stand before the shelves of a bookstore and take a book in our hands, delicately turning its pages and caressing its cover in a ritual of discovery and enlightenment until, succumbing to its enchantment, we decide to take it home and enjoy the mystical and magical experience of reading.

El presente del libro

@ Ivette Durán Calderón



“A pesar de todas las ventajas del libro en formato electrónico, quizás sería un tanto apresurado pronosticar el fin de los ejemplares tradicionales”
Quienes como yo se educaron con los tradicionales textos impresos, aquellos abultados volúmenes de historia o literatura, reconocen la ventaja de consultar textos digitales. Incluso, expertos en la industria editorial predicen que muy pronto los niños no tendrán que cargar pesadas mochilas y bolsas llenas de libros, sino que accediendo a la Red podrán descargar en sus computadores personales todos los textos que necesitan para su educación. Y hay quienes van más allá aventurándose a sugerir que las aulas serán suplantadas por un maestro virtual vía Internet.
Con el desarrollo de los textos literarios en formato electrónico, el acercamiento a la lectura de ésta y futuras generaciones tendrá, indefectiblemente, que cambiar. El libro electrónico-o el e-libro, en aras de la economía verbal tan reclamada actualmente- asusta a muchos y entusiasma a otros, y e ha convertido en una muestra más de cómo las nuevas tecnologías están revolucionando la forma en que vivimos.
Dentro de 100 años, cuando se estudien las historias y crónicas del turbulento y fulgurante siglo XXI, habrá que hablar de la Internet y de los cambios que introdujo en el funcionamiento de las estructuras sociales y en los estilos de vida de los albores del tercer milenio. Pero, ¿quedará esa historia registrada en libros convencionales de papel o, habiendo desaparecido estos para siempre, deberán las futuras generaciones leerla en formato electrónico?
Según especialistas, la página impresa sigue siendo el medio más adecuado para el ojo humano como consecuencia de la lentitud en la lectura que provoca  la resolución de las pantallas de las computadoras. Aunque la lectura no sea tan clara como la tinta sobre el papel, los e-libros compensan, sin embargo, con ventajas digitales, como capacidad de cambiar el tamaño de la letra y algunos cuentas con sonidos e imágenes que los convierten, por añadidura, en instrumentos completamente interactivos, lo que resulta muy atractivo en textos infantiles, por ejemplo.

Sin embargo, un libro convencional no necesita batería ni ninguna otra fuente de energía para ser utilizado. Y, aunque reza un viejo proverbio que “no hay que juzgar al libro por la portada”, muchos lectores consumados seguirán practicando esa especie de cortejo, cuando nos paramos frente al estante de la librería, tomamos el libro en nuestras manos, abrimos delicadamente sus páginas, acariciamos la cubierta, en un ritual de descubrimiento y deslumbramiento en el que caemos rendidos a sus encantos.