miércoles, 13 de agosto de 2014

La "K", una letra con historia...distingue y provoca, pero no es nuestra.


Movida por la curiosidad acerca de esta enigmática letra, poco utilizada en el español, encontré variada información; entre toda ella desgloso un artículo periodístico del académico Rodríguez Adrados, donde hace unas reflexiones sobre la letra k y la cantidad de palabras que hoy mucha gente se empeña en escribir con esta letra.
Haciendo historia sobre la k, hay que recordar que el griego antiguo tenía las letras k y q para el mismo sonido. Las dos pasan al latín, donde ya existía la c. Pronto desaparece de esta lengua la letra k, triunfando la c para este sonido y quedando la q como compañera inseparable de la u. Y los cultismos procedentes del griego, al pasar por el latín cambian la k en c.
La c, heredada del latín, es la letra castiza, típica y genuina del español.
Entonces, ¿por qué la moderna invasión de la k? Pues porque cuando se toma una palabra directamente del griego, existe la tentación del uso de la k. También pasa en inglés, a pesar de estar muy latinizado. Pero hay más.
La K es la undécima letra y la octava consonante del alfabeto español y del alfabeto latino básico. Su nombre en español es femenino: la ka, en plural kas
Las lenguas germánicas se escribieron con un alfabeto prácticamente griego, por lo que abundaba la letra k. Su triunfo fue total en alemán. Y de ahí nos llegan apellidos como Kant, Kodack, Krause, y surgen en español, kantismo, krausismo, etcétera. Y otras como kinder, káiser, Volkswagen... Alemanes e ingleses trajeron a Occidente cosas exóticas que se escribían con k: de India, karma, Kamasutra; de Japón, kamikaze; y de China nos llega el kiwi. Y como las lenguas eslavas tienen también alfabeto griego, abunda la k: Kremlin, Kruschev, etcétera. Todas exóticas, diferentes. Y el que quiere distinguirse echa mano de la k. Aunque no la necesite. Se ha convertido en un rasgo distintivo frente a la c y la q. O un recurso cómodo que muchos jóvenes utilizan en los teléfonos celulares para ahorrar letras.
La k distingue y provoca, pero no es nuestra. Y lo cierto es que para ese sonido, en español, con nuestra c y alguna que otra q, nos basta y sobra.
Kary…Qary…Cary… me quedo con la K.