jueves, 28 de mayo de 2015

Tristeza, nada más ©Ivette Durán Calderón


No estoy sola, sin embargo me siento particularmente triste. Tampoco me siento deprimida ni melancólica pero, estoy triste.
Estoy consciente de que la tristeza es un estado emocional, puede ser leve, intermedia o profunda, no sé cómo es la mía, simplemente estoy triste.
Dicen que depende del acontecimiento que ocasiona la tristeza para poder superarla; diría entonces que mi tristeza es el súmmun de varios acontecimientos.
Estoy triste pero sonrío, con una sonrisa triste. No asocio mi tristeza con el llanto, soledad o desamor. Es mi emoción natural, es mi tristeza y tal como vino, se irá.
No siento rabia ni dolor.  Simplemente alguien me decepcionó, me dejó afuera e hirió mis sentimientos con algo que dijo o hizo. No lo vi ni lo escuché, pero lo sé. Por eso estoy triste.
Perdí algo que era especial para mí; extraño a alguien, tuve que decirle adiós. Si alguien muere, un familiar, amigo o una mascota, estamos de duelo, entonces la tristeza se transforma en dolor.
No escuché noticia triste, ni supe de dolor ajeno, no vi una melancólica película, ni escuché una lastimera canción, tampoco leí un dramático párrafo ni repetí doloridos versos de amor. Estoy bien, pero triste.
Algo no salió como esperaba, algo no resultó como deseaba y no me siento enfadada, no culpo a nadie, ni al destino ni a la vida. Pero me puse triste.
Estoy triste y mi tristeza es mía, la dejo fluir, nada más.