©Ivette Durán Calderón
El término Geopolítica, es un neologismo cuyo creador es el geógrafo sueco Rudol Kjellén, ya que explicó los principios fundamentales de tal palabra en su obra titulada: Introducción a la Geografía Sueca el año 1900, seis años más tarde, al publicar otro de sus libros: El Estado como Organismo Viviente, introdujo el término. La Geopolítica es una ciencia que se ocupa del estudio de la historia y la vida de los pueblos en su entorno geográfico. Generalmente se respalda en otras disciplinas, como ser la Historia, la Geografía descriptiva y la Geografía Política.
Cuando la palabra se convirtió en
el principal medio de comunicación, el
ser humano se volvió un animal comunicador.
Aprendió a vincular su lenguaje oral con signos y dibujos que le
permitían transmitir sus mensajes entre los miembros de su comunidad, creando
de ese modo, un sentido de pertenencia geográfica de su colectividad.
Las antiguas culturas del actual
territorio latinoamericano —mayas, aztecas, aymaras, quechuas, guaraníes y
mapuches—, siempre fueron poseedores de
su propia historia, la cual fue transmitida oralmente por medio de cánticos,
lamentos, rogativas y salutaciones, primero, y a través de signos y alegorías,
después. Las expresiones lingüísticas que crearon para mantenerse comunicados y
marcar su soberanía territorial, dieron paso a los diferentes dialectos
territoriales. En aras de la expansión, iban conquistando territorios a través
de contiendas bélicas; los vencedores imponían su dialecto, sus deidades y sus costumbres a
los vencidos.
Por lo tanto, su historia siempre ha estado intrínsecamente
ligada a la lírica metafórica, la cual permitió la comunicación con sus
colonizadores, ya que, además de estar obligados a aprender un nuevo idioma y
ser sometidos a través de la religión,
estaban moralmente comprometidos a mantener sus raíces culturales. Todo esto lo permitieron las metáforas de la
lírica que era empleada para catequizarlos, y también para mantenerse
comunicados entre ellos. Los versos líricos siempre fueron el vehículo
transmisor de la historia, aunque algunos filósofos discernían entre aceptar la
poesía o la filosofía, como verdadero testimonio de la historia de los pueblos.
Fue precisamente una metáfora, la
primera definición de aquella América descubierta por europeos que tenían la visión y conocimientos
del Renacimiento. Asimismo, el sacerdote español y cronista de indias, Juan de Castellanos
(1522-1607) —autor de los ciento cuarenta y cuatro mil versos de sus Elegías de varones ilustres de Indias—,
escogió versos en octavas reales para reseñar la odisea de Cristóbal
Colón, en ellas describe el desconcierto de los conquistadores, frente a los primeros indígenas americanos
encontrados en el Caribe:
[…]“Y ven desde los pies a la cabeza
andar hombres desnudos por las playas,
mujeres do la vista se endereza,
sin arreos de mantas ni de sayas,
por ser sus policías y conciertos,
andar galán y dama descubiertos.
Salían a mirar nuestros navíos
volvían a los bosques espantados,
huían en canoas por los ríos,
no saben qué hacerse de turbados;
entraban y salían de buhíos,
jamás de estraña gente visitados;
ningún entendimiento suyo lleva
poder adevinar cosa tan nueva. […]
Fueron estas naciones divididas
de las partes do fueron procedentes,
antes de ser las letras entendidas
ni se comunicara a todas gentes;
como tampoco son hoy conocidas
de infinitos hombres incipientes…”[…]
He aquí, el lazo amoroso entre
historia y lírica, ya que el poeta supo intuir y sentir aquello que los
soldados ni siquiera sospechaban.
Este recorrido imaginario desde
tiempos precoloniales, conquista, independencia y demás sucesos históricos, aún
en nuestros días embelesa por la sutil descripción de los acontecimientos y lugares hechos
verso, sumada la mágica transmisión de sentimientos.
Geopolírica es un neologismo, uno
más de los miles que produjo el encuentro de culturas con sus respectivas
lenguas o dialectos, donde se incorporaron palabras y expresiones indigenistas
al castellano de los españoles y hasta al portugués de los lusos
conquistadores, asimismo, el efecto contrario fue, que más que introducir
expresiones castizas y autóctonas de los pueblos conquistados, éstas se
distorsionaron y se adaptaron para ser utilizadas como instrumento de
evangelización, hasta que aceptaron que
la mejor forma de comunicarse era americanizando su lenguaje castellano
—conocido como español—.
La lírica poética, a través de la
literatura es el mejor nexo cultural, mucho mejor que las ciencias sociales y
que las ciencias políticas y es, a través de sus diversos representantes sin
distinción de sexo o raza, que llegó hasta nuestros días la verdadera historia
de los pueblos. Aquí no se impone la fuerza viril de los varones ni la delicada
pluma femenina, tampoco la lírica angustiosa y valiente de los poetas negros —llamados
actualmente afroamericanos—, precisamente por eso, es que la lucha
permanente por mantenerse viva la lírica indigenista, merece nuestro apoyo, a
través de la difusión y el respeto.
La mezcla de dialectos, lenguas e idiomas generada por la presencia
árabe, morisca, ibérica, celta, romana y autóctona —incluyendo las lenguas romances—, se ha visto desde sus
inicios, domeñada por el panteísmo indígena latinoamericano, volviendo de ese
modo, armónica y solemne la comunicación oral, a la que incorporaron sus instrumentos musicales autóctonos,
imbuidos por la influencia africana llena de ritmo, dulzura, fuerza y
sensibilidad.
La pléyade de poetas y poetisas que fueron surgiendo,
dejaron imperecedera huella de su lírica en todo el ámbito geográfico que les
ha tocado recorrer y vivir por periodos de tiempo indeterminados, fieles
historiadores de la vida, se hicieron eco de los acontecimientos políticos y
sociales de cada momento histórico; son los genuinos representantes de la Geopolírica,
la misma que sin ser ciencia propia, ha sido, es y será parte de todas las
ciencias afines a los pueblos.
*(Libro Geopolírica .Cap.: Lírica latinoamericana ©Kary Kamalich)
*(Libro Geopolírica .Cap.: Lírica latinoamericana ©Kary Kamalich)