© Ivette Durán Calderón
Poco se ha escrito acerca de
los cronófagos, al punto de que muchas personas piensan que es un sustantivo inventado por alguien.
Han asociado este término con el de misógino.
Silvia de Picco, explica los obstáculos que tienen las mujeres para realizarse
personalmente, debido a una extraña conspiración de los cronófagos, a los cuales
además llama caníbales y consumidores del tiempo femenino.
Montherlant llamó cronófagos a los “devoradores”de tiempo. Se llama así, no a los que buscando mayor eficiencia a sus vidas, avanzan a pasos gigantes y conquistan nuevas tierras cada día, tampoco lo son aquellos que disipan lamentablemente sus horas, yendo tras de ideales estériles o en tareas inútiles.
El cronófago es un tipo patológico muy especial, muy difundido, enemigo declarado del hombre que tiene ganas de vivir, de trabajar, de triunfar. El cronófago es el que visita un taller en horas de trabajo y va de puerta en puerta hablando con los trabajadores y destruyendo con su meliflua charla, la labor provechosa que esas manos tratan de hacer; va a las redacciones y distrae al personal. En las fábricas, en los conservatorios, en las aulas, medios de comunicación, negocios, etc., en toda congregación de gente que trabaja, hay cronófagos. Y no se valen solamente de la visita; cuando se los rechaza, acuden al teléfono, al móvil a los mensajes, al Internet, al chat, a la correspondencia, al “encuentro casual” y muchos otros medios. A veces destruyen el espíritu constructivo y creador de los demás, a fuerza de inculcarles su zumbido de zánganos; y luego son los primeros en reprocharles el fracaso, si éste se produce.
Y llevan así una vida poblada
solamente de ecos, de bambolla: vacía. Para el que aspira a vivir mucho y con
eficiencia, para el que aspira hacer una estada provechosa y feliz en el mundo,
es un deber imperioso despojarse del pesado lastre de los cronófagos.
Ya lo decía André Maurois: “Muchos seres humanos se quejan de la
brevedad de la vida, ¿pero es que viven siquiera ocho horas al día?”.
Y en verdad, a quien no sabe
ahorrar su tiempo, a quien no rinde lo que debiera, ni en cantidad ni en
calidad, le diríamos: “Viva cien años, porque eso puede conseguirlo haciendo
vida sana; pero no viva cien años de 365 días ociosos, sino un verdadero siglo
de horas activas. ¿No le decimos acaso “viva”? Vivir es actuar, es funcionar,
es moverse. Y así su vida se medirá por las horas de provecho, no por las de
holganza, menos de maldad.
Por eso, aléjese de los
cronófagos que, al devorar su tiempo, se devoran lo mejor de su vida: el
rendimiento, la verdadera eficiencia de su actividad.
Sin embargo, pese a lo dicho, en algunos casos un cronófago puede ser útil; imaginemos
Al respecto, conviene recordar que el año 2008, el profesor Stephen Hawking presentó el Devorador del tiempo un notable reloj, valorado en 1.8 millones de dólares, chapado en oro y sin manecillas, y en la cúspide, un saltamontes bautizado como "cronófago" o "devorador del tiempo". Se emplearon cinco años del trabajo de 200 personas entre otros, ingenieros, científicos y joyeros
El escape saltamontes recibe este nombre por recordar los movimientos que hacen las patitas traseras de este insecto, el cual sirve para recordar que "el tiempo es un destructor: cada minuto desaparece algo que uno no puede recuperar jamás". Llamó a la nueva versión del escape Cronófago, una bestia que hace funcionar al reloj "comiéndose al tiempo".
Cada paso que da el insecto,
marca un segundo y sus movimientos generan destellos de luces azules que viajan
por la esfera hasta detenerse en la hora exacta. Pero el reloj sólo indica la
hora con precisión cada cinco minutos. El resto del tiempo las luces sólo
sirven de adorno…………………………………………………………….
Fuentes: Maurois - Pseudónimo de Emile Herzog, biógrafo, novelista y ensayista francés e intérprete de la cultura británica (1885-1967)
Fuentes: Maurois - Pseudónimo de Emile Herzog, biógrafo, novelista y ensayista francés e intérprete de la cultura británica (1885-1967)
Henry
de Montherlant, Novelista y dramaturgo francés de origen catalán (1826-1972)
Silvya
Do Picco, periodista argentina autora de Mujer sin Fin (Editorial B 2007)
http://www.repubblica.it/2008/09/sezioni/scienza_e_tecnologia/orologio-hawking/orologio-hawking/orologio-hawking.html