@Ivette Durán Calderón
Me considero católica, creo en Dios, pero no se orar. No logro distinguir mis pecados de mis acciones de defensa y siento que no debo pedir ni absolución ni penitencia.
Hace mucho que dejé de confesar mis “pecados” a un hombre vestido con sotana, cuyo historial íntimo desconozco.
Encontrándome de hinojos en la iglesia, motivada por la fe ajena a mi rebelde creencia….no sé qué pedir a este santo de los casos imposibles. Me conmueve la fe de los penitentes, los veo ingresar con sendos ramos florales, la cara acongojada, avanzando de rodillas hacia el altar, con los brazos en alto y las manos extendidas, murmurando frases ininteligibles. Pese a mi esfuerzo, no puedo enterarme si claman perdón, favores o dan las gracias.
¿Qué hago aquí?, me pregunto. Si ni siquiera sé lo que debo pedir, ofrecer o agradecer.
Hace calor afuera. Todas las iglesias ofrecen sombra fresca, un asiento y el silencio necesario para aplacar los gritos del alma.