domingo, 8 de noviembre de 2015

Soy ser libidinoso ©Ivette Durán Calderón

@Ivette Durán Calderón


A ti… que me inspiraste
deseo reprimido,
sentir tu olor… besarte,
de lejos, sin tocarte.

Duele hoy cual penitencia
el no haberte tenido,
por la absurda abstinencia,
el miedo…  a lo prohibido.

Cuántas veces añoro
la noche prodigiosa,
y muchas veces lloro,
la prudencia… odiosa.

Mirar con embeleso
tu cuerpo lujurioso,
no fue fácil, confieso,
soy ser… libidinoso.

Y pensar que te tuve
un  momento tan cerca,
fui fuerte, me contuve,
y la lascivia…terca.


Sentí el halo caliente,
tu aliento me quemaba,
y te besé en la frente,
... no eras a quien yo amaba.

Ese beso insinuante
que tu labio provoca,
retaba desafiante,
mas… no selló mi boca.


miércoles, 28 de octubre de 2015

Vivir es un arte... @ Ivette Durán Calderón



Hacer planes, tomar previsiones para el futuro ¿quién no lo hace? Ya mecanizados en este mundo robotizado e informático se nos ha hecho una costumbre agendar nuestras actividades, desde un itinerario de actividades domésticas, hasta las más sofisticadas, pasando por las laborales. ¿Cuántas frustraciones dejamos pendientes, al presentar algún imponderable que impide cumplir el calendario de actividades autoimpuestas voluntariamente?


Diría alguien: ¿es que acaso tenemos la vida comprada? No se trata de pesimismo ni de mala voluntad, simplemente que según el ritmo en el que nos desenvolvemos, es mejor tomar las cosas como vienen, organizando más que planificando. El planificar toma más tiempo del que se necesita para ejecutar la acción propiamente dicha.


Fiel seguidor de las escuelas estoica y epicúrea, aunque se mostró epicúreo circunstancial,  Séneca, a través de sus silogismos y estremecedoras frases, reduce la muerte a nada. (así “ningún mal es grande si es el último”) Habla del suicidio, la muerte voluntaria, la libertad de morir, anticipándose a la tan controvertida eutanasia de nuestro tiempo.


Nos deja reflexionando algo tan acertado como aterrador: que es el ser humano el que vive quejándose de lo corta que es la vida, sin darse cuenta que es él quien se encarga de acortarla con sus vicios y sus desidias.


Séneca en su De brevitate vitae, nos invita a una permanente reflexión sobre nuestra forma de vivir. Comparto con vosotros su exordio, leedlo:


“¿Qué va a pasar?”  “tú no ti enes tiempo para nada y la vida corre; entretanto llega la muerte y para ella, quieras o no quieras, vas a tener todo el tiempo del mundo”


El arte de vivir



1. En primer lugar, sin embargo, pongo en la lista a aquellos que no tienen tiempo para ninguna cosa que no sea el vino y la lascivia, pues no hay nadie que se emplee en nada más vergonzoso. Los otros, pese a que se dejan dominar por una vana imagen de honra, yerran sin embargo con lucimiento; aunque me menciones uno a uno los avaros, los iracundos o los que practican odios injustos y guerras, todos esos pecan muy virilmente: la podredumbre de los que se entregan al vientre y a la lascivia es deshonrosa.

2. Pasa revista a todos los momentos de esos, mira cuánto tiempo están haciendo cálculos, cuánto están acechando, cuánto temiendo, cuánto haciendo visitas, cuánto recibiéndolas, cuánto tiempo les ocupan las citaciones propias y las ajenas, cuánto los banquetes (que como tales son ya obligaciones): verás que no los dejan respirar ni sus asuntos malos ni tampoco los buenos.

3. En fin, todos están de acuerdo en que ninguna cosa se puede practicar por parte de un hombre ocupado, ni la elocuencia, ni los saberes liberales, ya que un espíritu agobiado no asimila nada con profundidad sino que lo rechaza todo como impuesto. Nada concierne menos al hombre ajetreado que el vivir: en ningún otro asunto es el conocimiento más difícil. Los que profesan otras disciplinas son muchos y del montón; incluso en algunas de ellas hay niños que parecen aprenderlas de manera que hasta podrían enseñarlas: a vivir hay que estar aprendiendo toda la vida y, algo que te va a extrañar más, toda la vida hay que estar aprendiendo a morir.

4. Tantos hombres grandes, abandonando toda impedimenta, después de haber renunciado a riquezas, cargos, placeres, practicaron hasta el final de sus días eso tan solo de saber vivir; sin embargo, la mayoría de ellos salió de la vida admitiendo no saberlo todavía; así que mucho menos habrían de saber vivir esos otros hombres corrientes.

5. Créeme, es propio de un personaje grande y levantado por encima de los extravíos humanos no consentir en que le sorban ni una pizca de su tiempo, y su vida se hace larguísima justamente porque toda su abierta extensión queda disponible para él solo. Nada por eso quedó tirado sin cultivar ni laborar, nada dependió de otro, pues no halló nada que mereciera tomarse a cambio de su propio tiempo un hombre que era su depositario más ahorrativo. De esta manera tuvo bastante: en cambio es forzoso que queden escasos aquellos de cuyas vidas la gente toma mucho.

6. Y no tienes por qué deducir de esto que alguna vez no vean sus pérdidas: a los más de esos que se ven gravados por una gran prosperidad, en medio de catervas de clientes o en trámites de pleitos y otras honrosas miserias, exclamar en ocasiones: «No se me permite vivir».

7. ¿Cómo que no se te permite? Todos esos que te llaman como asesor legal te despojan de tu propia persona. Aquel encausado ¿cuántos días se llevó? ¿Cuántos aquél candidato? ¿Cuántos aquella vieja cansada de enterrar herederos? ¿Cuántos aquél que para incomodar la avaricia de los cazatestamentos se finge enfermo? ¿Cuántos aquel amigo más influyente de la cuenta que no os tiene para ser amigos sino para exhibiros en su comitiva? Revisa y calcula, repito, los días de tu vida: verás que entre las manos te quedan bastante pocos y desechables.

8. El que logró los fasces ansiados quiere al punto dejarlos y anda diciendo: «¿Cuándo pasará el año?» Otro organiza unos juegos que él consideró en mucho que le tocara en suerte darlos. «¿Cuándo» —dice— «escaparé de esta historia?» Otro como abogado defensor se desbarata por todo el foro y lo llena todo con tan gran concurrencia que no alcanza a que le oiga toda ella. «¿Cuándo» —dice— «se aplazarán estos asuntos?» Cada cual acelera su vida y padece añoranzas del futuro y hastío del presente.

9. En cambio aquel otro que no hay momento que no aproveche para sus propias cosas, que organiza cada jornada como si fuera la última, ni anhela el mañana ni de él recela. Pues ¿qué nuevo deleite queda que pueda aportártelo ninguna hora? Todo ya se conoce, todo ya se ha experimentado hasta la saciedad; del resto, que la pura suerte disponga como quiera. La vida está ya en seguro; a ella se le puede añadir, no sustraer nada; y añadirle será como poner algo más de comida al harto y lleno: toma lo que ya no desea.

10. No tienes por qué pensar en razón de sus canas y arrugas que alguien ha vivido mucho tiempo: ése no ha vivido mucho, sino que ha estado ahí mucho tiempo. ¿Qué pasaría si pensaras que ha navegado mucho uno al que una tempestad muy dura al salir del puerto lo arrastró de acá y para allá y con los tumbos de unos vientos que arremeten por puntos opuestos lo mueve en círculos dentro del mismo espacio? Ése no navegó mucho, sino que lo han zarandeado mucho.
                                                                                                                                 SÉNECA
(Sobre la brevedad de la vida)

                                                                                                

viernes, 23 de octubre de 2015

Inmigrofobia

" La fobia que más debe temer la humanidad,
es la inmigrofobia...
...ese incomprensible rechazo
del ser humano,
por otro ser humano."

(Kary Kamalich)

jueves, 8 de octubre de 2015

Vivir en el anonimato © Ivette Durán Calderón


@Ivette Durán Calderón





Nietzche afirma que la modestia es una gran mentira…admirable tal vez si tiene límite, como lo es para mí la alabanza, aunque digo que en voz propia… envilece, cierra puertas y ventanas, despierta pasiones encontradas, envidia, frustración ... aparejadas.
Vanidad absurda y modestia persistente, separadas por un abismo sin aprender a situarse… no logran ubicarse en el justo medio del valor o la cobardía.
¿Qué falta…? Tal vez apreciación cierta de la real valía sin lesionar vanidad ni modestia.
Falsa modestia... que esconde cualidades. Cobarde sentimiento injusto que no permite dar a conocer lo que se es... lo que se tiene... lo que se sabe.
“Por sus obras los conoceréis” …dice la Biblia. ¿Cómo dar a conocer las mejores obras…? …¿Dónde? …¿Sin despertar envidia…ni ser ególatra, o hacerse esclavo de la vanidad?
Vivir en el anonimato, o… casi, es depender de estribos inferiores, disponibles, perennes pero fríos, porque la vida…la vida es una constante duda entre el recato y la jactancia.

Es entonces cuando el anonimato se convierte en el mejor escudo contra la envidia, la maldad. Es entonces cuando uno debe mostrarse al mundo con esa falsa modestia que le permitirá subsistir. Es entonces cuando se cumple la locución del comediógrafo latino Tito Macio Plauto  en su obra Asinaria, donde el texto exacto dice: "Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit." (Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro).

De Selma a Svetlana, catorce plumas femeninas galardonadas con la máxima distinción: El Premio Nobel de Literatura. @Ivette Durán Calderón



Una vez más se ha cumplido el mandato testamentario del filántropo Alfred Nobel:" Se entregará anualmente el premio “a quien haya producido en el campo de la literatura la obra más destacada, en la dirección ideal”.
Luego de que en 1909, su coterránea Selma Ottilia Lovisa Lagerlöf ,  escritora sueca de fama universal fuera la primera mujer en obtener un Premio Nobel de Literatura, una vez más las mujeres nos sentimos orgullosas  con el lauro logrado por la periodista ucraniana Svetlana Alexievich, merecidamente ganadora del Nobel 2015. No es cuestión de feminismo, sino, de lógica de género.  En todo caso, todo ganador es celebrado por sus admiradores y secretamente envidiado por sus gratuitos detractores.


Codiciado por muchos,  repudiado y hasta ignorado por otros, el premio no deja indiferente a nadie que se precie de estar dentro del mundo literario.

Es precisamente, por estas fechas en que literatos en sus diferentes modalidades recuerdan que el esfuerzo es recompensado y esperan vivir mucho tiempo para tal vez, merecerlo.

Acuerdos e inconformidades rodean, como en todo ámbito, algunos se resignan otros quedan resentidos y siguen a la espera de alcanzar la gloria.

Vale la pena retrotraer a nuestra mente pinceladas curiosas de este singular acontecimiento:

Once de los autores galardonados con el premio fueron de habla hispana.

Es considerado un galardón polémico debido a que se ha ignorado a autores que realizaron aportes significativos a las letras y son reconocidos a nivel mundial.

Dos de los ganadores rechazaron recibir el premio: 
Borís Leonídovich Pasternak en 1958 (bajo una intensa presión del gobierno soviético). Ocurrió en 1958, años conflictivos de la Guerra Fría, cuando la entonces URSS tenía que sentar la diferencia necesaria entre el eje socialista y Occidente. Pasternak, autor del Doctor Zhivago, era un autor conocido a este lado del mundo y había sido considerado desde 1946,  fue  el séptimo intento que le otorgó el Nobel. Al ser notificado del premio, Pasternak envió una carta de agradecimiento a la Academia Sueca, pero a los pocos días, bajo presión del gobierno soviético, debió desdecirse y envió otra carta donde rechazaba el honor: "Considerando el significado que este premio ha tomado en la sociedad a la que pertenezco, debo rechazar este premio inmerecido que se me ha concedido. Por favor, no tomen esto a mal".

El otro personaje es Jean-Paul Sartre en 1964 (alegando que su aceptación implicaría perder su identidad de filósofo). El filósofo y escritor francés Jean Paul Sartre negó el Premio por ser contrario a su pensamiento. En una carta dirigida a la Academia Sueca, el autor de La náusea explicó que aceptar el premio lo comprometería con una institución, afectando su estatus de libre pensador. Sartre no quería tomar lado en la batalla entre Este y Oeste y aceptar este premio lo pondría en conflicto con su simpatía comunista.  Sartre fue más allá. Una semana antes del premio, en una carta del 14 de octubre dirigida al Comité del Nobel, dijo que no deseaba el premio. "No quiero privar a algún otro concurrente de la posibilidad de recibirlo" (incluyendo los 52,000 dólares de premio). Renunciar por adelantado fue para el escritor "para no cometer la indelicadeza de rechazarlo en caso de que le fuera conferido".

Hasta hoy se considera inaudito que 1935 fuera el único año en que el premio fue declarado desierto.

Otro detalle llamativo del premio de la Academia sueca, es su alta confidencialidad, ya que por décadas, no se pudo saber cuáles fueron los nominados entre los años 1901 a 1950, ya que había prohibición de divulgación, lo que recién se reveló hace pocos años. Los nominados de la segunda mitad del siglo se conocerán en cincuenta  años más.

El premio fue compartido en cuatro ocasiones, en 1904: entre Frédéric Mistral y José Echegaray;  1917: entre Karl Gjellerup y Henrik Pontoppidan; 1966: Shmuel Agnon y Nelly Sachs, y 1974: entre Eyvind Johnson y Harry Martinson. Lamentablemente, estos nombres pasaron al olvido.

El proceso para llegar al ganador podría resumirse de la siguiente manera: La lista amplia se recibe hasta el 31 de enero y es secreta. Estos nominados son evaluados por el comité de la Academia sueca. Una gran parte de los nombres son descartados rápidamente por no tener la calidad necesaria y los postulantes restantes son estudiados a fondo. En abril existe una lista reducida de candidatos y para antes de agosto ya quedan cinco finalistas. A mediados de septiembre cada miembro del comité tiene un elegido, y se hace la deliberación hasta que un candidato tenga más de la mitad de los votos, lo que se define el mes de octubre.

Francia lidera el número de escritores premiados; mientras que son las obras en lengua inglesa las más premiadas.

Autores como José Luis Borges, Julio Cortázar,  Augusto Roa Bastos, Federico García Lorca, Marcel Proust, James Joyce, Frank Kafka, Paul Valéry, Emile Zola o Liev Tolstói figuran entre los que mereciéndolo, nunca recibieron el galardón.

Sólo se concede el Premio Nobel  a personajes vivos en el momento de la nominación final.

Once de los galardonados han sido hispanohablantes: seis latinoamericanos y cinco españoles.

Una sola mujer latinoamericana ha recibido hasta ahora el Premio Nobel: Gabriela 
Mistral, ilustre escritora y poetisa chilena, hace, exactamente setenta años.


jueves, 28 de mayo de 2015

Tristeza, nada más ©Ivette Durán Calderón


No estoy sola, sin embargo me siento particularmente triste. Tampoco me siento deprimida ni melancólica pero, estoy triste.
Estoy consciente de que la tristeza es un estado emocional, puede ser leve, intermedia o profunda, no sé cómo es la mía, simplemente estoy triste.
Dicen que depende del acontecimiento que ocasiona la tristeza para poder superarla; diría entonces que mi tristeza es el súmmun de varios acontecimientos.
Estoy triste pero sonrío, con una sonrisa triste. No asocio mi tristeza con el llanto, soledad o desamor. Es mi emoción natural, es mi tristeza y tal como vino, se irá.
No siento rabia ni dolor.  Simplemente alguien me decepcionó, me dejó afuera e hirió mis sentimientos con algo que dijo o hizo. No lo vi ni lo escuché, pero lo sé. Por eso estoy triste.
Perdí algo que era especial para mí; extraño a alguien, tuve que decirle adiós. Si alguien muere, un familiar, amigo o una mascota, estamos de duelo, entonces la tristeza se transforma en dolor.
No escuché noticia triste, ni supe de dolor ajeno, no vi una melancólica película, ni escuché una lastimera canción, tampoco leí un dramático párrafo ni repetí doloridos versos de amor. Estoy bien, pero triste.
Algo no salió como esperaba, algo no resultó como deseaba y no me siento enfadada, no culpo a nadie, ni al destino ni a la vida. Pero me puse triste.
Estoy triste y mi tristeza es mía, la dejo fluir, nada más.

martes, 17 de marzo de 2015

Poetisa, musa de musas @Ivette Durán Calderón*


Poetisa, musa de musas

Féminas dueñas de la pluma poética,
¿por qué os llamáis poetas, si sois mujeres?
¿acaso son cosa de hombres estos quehaceres?
asumo que es soberbia, no ausencia de ética.

Si hay quien aún pretenda cambiar el sustantivo,
será acaso poetastro el de los versos viles
y llamaréis poetastra a las coplas gentiles,
llamad a él poeto y a ella poeta, me suscribo

Y lo que aquí expongo no es cosa de risas
no es peyorativo, si otrora fue un estigma,
ser musa de una musa, no es ningún enigma,
por eso al poetizar, firmad como poetisas.



La poética, afición de tanto hombres como mujeres, es cosa de todos los tiempos. Ellos y ellas desde siempre han transcrito sentires y pesares en prosa y verso; dependiendo del momento histórico, ha imperado el machismo y la falsa supremacía intelectual masculina sobre la femenina.

Hombres que escriben poemas no pasan por la disyuntiva de aquellas mujeres que en un momento dado, no saben si llamarse a sí mismas, poetas o poetisas. Está muy claro que poetisa, deriva del latín poetissa, por lo que se define, se entiende y se asume que se refiere a toda mujer que escribe obras poéticas; algún diccionario va más allá y aclara que es la mujer que está dotada de las facultades necesarias para componerlas. Alguno de ellos fue más osado al definir que poetisa es aquella mujer poeta.

Históricamente la palabra en cuestión, ha sido estigmatizada, pues hubo un tiempo en el que los escritos de algunas mujeres eran considerados frívolos, incongruentes o carentes de sentido, por ello se dieron a la tarea de llamarlas "poetisas", de manera peyorativa, menospreciando su talento. Cabe destacar que más de una vez habrá sido producto de la envidia masculina.  Lo curioso es que poemas de pésima calidad no fueron cuestionados con tanta dureza, aquellos hombres cuyo verso o prosa no calaba en el entendimiento ajeno, fueron llamados poetastros, eran malos poetas. No puedo asegurar si algunos poetas buenos, escribían malos poemas, pues eso se da aún en nuestros días.

Lo cierto es que fueron las mismas poetisas quienes dejaron de llamarse a sí mismas como tales y asumieron que eran poetas, en un equivocado intento de distinguirse de aquellas mujeres de pluma "cursi y banal" que habían sido injustamente discriminadas entre los vates líricos.

¿Vates? Pues sí, vates o lo que es lo mismo, poetas, profetas o…adivinos. Tendríamos entonces a su homóloga en versión femenina, la pitonisa, quien al igual que cualquier vate profetizaba y auguraba acontecimientos variados en exquisita prosa rítmica, muy afín al verso saturnino. Hoy por hoy, un insigne poeta es llamado vate, pero no llaman pitonisa a una egregia poetisa. Y esto tiene su explicación pues  la "Poética" de Aristóteles, nos recuerda que no corresponde al poeta decir lo que ha sucedido, sino lo que podría suceder, esto es, lo posible según la verosimilitud o la necesidad. En efecto, el historiador y el poeta no se diferencian por decir las cosas en verso o en prosa, sino en que uno dice lo que ha sucedido, y el otro, lo que podría suceder.





Poetisa, sustantivo con femenino irregular como tal, ha existido desde tiempos remotos,  concretamente desde el siglo XII, no había necesidad de recurrir a la palabra poeta para confirmar la existencia de la mujer que escribe poemas. Cuando la forma masculina termina en consonante se agrega -a: profesor/profesora; león/leona; dios/diosa; marqués/marquesa; aunque hay sustantivos terminados en -or que forman el femenino con la desinencia -triz:  actor      emperador/   actriz     emperatriz. En otros casos, como el que nos ocupa,  cambia la terminación del masculino por -esa, -isa, -ina: conde/condesa; poeta/poetisa; héroe/heroína.

Podemos citar dos tipos de argumentación para intentar justificar o avalar el empleo de la palabra poeta en vez de poetisa. El primero, puramente gramatical (poeta es un sustantivo común en cuanto al género) y el segundo es sociolingüístico (las connotaciones negativas que pueda tener la forma femenina de este sustantivo).
El sustantivo poeta (del latín poēta, y éste del griego ποιητής [poietés]) es de género común, la diferencia de género lo define el artículo u otros determinantes: el poeta / la poeta.
La RAE asigna a  la voz poeta con la abreviatura com. (“nombre común en cuanto al género”), que aparece por primera vez en la vigésima segunda edición (2001) del DRAE. En ediciones anteriores, la voz poeta aparecía como sustantivo masculino, para el femenino había la entrada separada poetisa. Si bien la RAE mantiene esta doble entrada (poeta y poetisa), a partir de 2001 modifica el género de poeta (ahora bajo la abreviatura com.) el poeta / la poeta.

El "Diccionario Panhispánico de dudas", de la RAE (2005) sostiene que la forma femenina tradicional y más usada es poetisa, pero a su vez admite que “modernamente se utiliza también la forma poeta como común en cuanto al género (el/la poeta)”. El género común del sustantivo poeta está avalado también por Elio Antonio de Nebrija (1441-1522), humanista y gramático español, quien en 1492, en su “Diccionario latino-español”, recoge ya poeta como única forma para “varón” y “hembra”, así como por Lope de Vega, en 1602. Es decir, para estos autores el sustantivo poeta es de género común.

Los libros de estilo reservan poeta para el género masculino: Libro de estilo de ABC: “la mujer que hace versos es poetisa, no poeta”. Libro de estilo de El País: “la mujer que hace versos es poetisa, no poeta”.

Son conocidos los casos en los que mentes brillantes femeninas se vieron forzadas por motivos diversos, a escudarse detrás de un nombre masculino, a veces del esposo, o de un pseudónimo. La injusticia social ha sido más irreverente, pues un trabajo bien hecho no era posible que hubiera sido escrito por una mujer, así lo recuerda la boliviana Adela Zamudio en su poema ”Nacer Hombre”…//sigue él siendo la cabeza,//¡porque es hombre!// si algunos versos escribe,//de alguno esos versos son,//que ella sólo los suscribe.//(permitidme que me asombre).//si ese alguno no es poeta,//¿por qué tal suposición?//¡porque es hombre!...//

Poco a poco las poetisas van reivindicando su apelativo, ese controversial sustantivo que existe, está ahí y debe permanecer vigente. Paulatinamente van saliendo a la luz diferentes libros, ensayos, novelas,  antologías, poemas y artículos variados donde la palabra poetisa ya no molesta, no incomoda, ni llama la atención, es más, mantiene viva la idea de que las poetisas están presentes. En literatura internacional tenemos a la española Luzmaría Jiménez Faro  y su gran contribución con su “Antología de Poetisas Españolas” y su ensayo “Poetisas suicidas y otras muertes extrañas”, cuyos nombres hablan por sí solos del contenido de sus magistrales obras.
La autora del presente artículo, hizo un  análisis comparativo, casi un duelo de poetas y poetisas geopolíticamente hablando, en su ensayo “Ellos y Ellas, Sinopsis de la Lírica Latinoamericana”. “La poetisa”, del español  Jesús Tíscar Jandra, es una interesante novela que desmitifica el entramado poético, llevándolo al otro extremo, con una buena dosis de escatología y de buen humor, sarcasmo o malicia, según se mire. 

No podemos quedar indiferentes ante los soberbios poemas en prosa y verso, que remarca el rol protagónico de las poetisas de todos los tiempos, tal el caso de los romances de “La poetisa en un pueblo” de Carolina Coronado…//¡Ya viene, mírala! ¿Quién?//—Ésa que saca las copias.//—Jesús, qué mujer tan rara.//—Tiene los ojos de loca.//Diga V., don Marcelino,//¿será verdad que ella sola//hace versos sin maestro?//—¡Qué locura!, no señora;//anoche nos convencimos//…// Esos versos los compone otra cualquiera persona,//y ella luego, por lucirse,//sin duda se los apropia.//—Porque digan que es romántica.//—¡Qué mujer tan mentirosa!//…

No puede decirse más claro, así tenemos el “Soneto a Ellos y Ellas” [cuya autoría me pertenece] …//¡Cómo rendir tributo a la dedicación e ingenio//de poetas y poetisas que legaron su don!...// ¡Gracias por los poemas, gracias queridos hombres!//mi reconocimiento, mujeres por hacer//¡inmortal, recio,  el verso  latinoamericano!

Músicos y compositores como el además poeta cubano Silvio Rodríguez, se rindieron ante la mujer poetisa dedicándole delicada lírica…// Vi primero tu pelo,//tu cuerpo castaño camina,//farol al encuentro,//adoquín de esquina//en la Plaza San José,//tus ojos que brillan,//cercano el momento,//y tú caminas sin prisa,//mujer poetisa.

Artistas españoles se suman a esta causa con la letra de  Narci Lara y la música de  Raúl Rueda, “La poetisa”…//los cielos sobre un cometa azul//viajando sin órbita espacial//poetisa linda, sigue escribiendo esta canción.

Poemas, canciones que poco a poco asientan con fuerza algo que es nuestro, siempre lo fue: la palabra poetisa.

En Austria, en ciertos círculos, persiste aún la costumbre de adjudicarle a la mujer el título académico del marido (Frau Doktor, Frau Professor, mujer del Doctor, mujer del Profesor), pero sin sorna ni intención despectiva, sino para resaltar su estrato social. No se tiene noticias de alguna Frau Dichter (mujer del poeta).

Los tiempos han cambiado y seguirán cambiando, por lo que ya no es posible concebir ahora que a las mujeres se les cuelgue el título del marido. Llamar poetisa a  quien escribe poemas, no es ser “progre”,  ni es cuestión de sexismo del idioma español. Las palabras, cuando son claras y  están bien hechas,  deben cumplir su función y dignificar su significado.
*Investigadora histórico-social.