miércoles, 28 de octubre de 2015

Vivir es un arte... @ Ivette Durán Calderón



Hacer planes, tomar previsiones para el futuro ¿quién no lo hace? Ya mecanizados en este mundo robotizado e informático se nos ha hecho una costumbre agendar nuestras actividades, desde un itinerario de actividades domésticas, hasta las más sofisticadas, pasando por las laborales. ¿Cuántas frustraciones dejamos pendientes, al presentar algún imponderable que impide cumplir el calendario de actividades autoimpuestas voluntariamente?


Diría alguien: ¿es que acaso tenemos la vida comprada? No se trata de pesimismo ni de mala voluntad, simplemente que según el ritmo en el que nos desenvolvemos, es mejor tomar las cosas como vienen, organizando más que planificando. El planificar toma más tiempo del que se necesita para ejecutar la acción propiamente dicha.


Fiel seguidor de las escuelas estoica y epicúrea, aunque se mostró epicúreo circunstancial,  Séneca, a través de sus silogismos y estremecedoras frases, reduce la muerte a nada. (así “ningún mal es grande si es el último”) Habla del suicidio, la muerte voluntaria, la libertad de morir, anticipándose a la tan controvertida eutanasia de nuestro tiempo.


Nos deja reflexionando algo tan acertado como aterrador: que es el ser humano el que vive quejándose de lo corta que es la vida, sin darse cuenta que es él quien se encarga de acortarla con sus vicios y sus desidias.


Séneca en su De brevitate vitae, nos invita a una permanente reflexión sobre nuestra forma de vivir. Comparto con vosotros su exordio, leedlo:


“¿Qué va a pasar?”  “tú no ti enes tiempo para nada y la vida corre; entretanto llega la muerte y para ella, quieras o no quieras, vas a tener todo el tiempo del mundo”


El arte de vivir



1. En primer lugar, sin embargo, pongo en la lista a aquellos que no tienen tiempo para ninguna cosa que no sea el vino y la lascivia, pues no hay nadie que se emplee en nada más vergonzoso. Los otros, pese a que se dejan dominar por una vana imagen de honra, yerran sin embargo con lucimiento; aunque me menciones uno a uno los avaros, los iracundos o los que practican odios injustos y guerras, todos esos pecan muy virilmente: la podredumbre de los que se entregan al vientre y a la lascivia es deshonrosa.

2. Pasa revista a todos los momentos de esos, mira cuánto tiempo están haciendo cálculos, cuánto están acechando, cuánto temiendo, cuánto haciendo visitas, cuánto recibiéndolas, cuánto tiempo les ocupan las citaciones propias y las ajenas, cuánto los banquetes (que como tales son ya obligaciones): verás que no los dejan respirar ni sus asuntos malos ni tampoco los buenos.

3. En fin, todos están de acuerdo en que ninguna cosa se puede practicar por parte de un hombre ocupado, ni la elocuencia, ni los saberes liberales, ya que un espíritu agobiado no asimila nada con profundidad sino que lo rechaza todo como impuesto. Nada concierne menos al hombre ajetreado que el vivir: en ningún otro asunto es el conocimiento más difícil. Los que profesan otras disciplinas son muchos y del montón; incluso en algunas de ellas hay niños que parecen aprenderlas de manera que hasta podrían enseñarlas: a vivir hay que estar aprendiendo toda la vida y, algo que te va a extrañar más, toda la vida hay que estar aprendiendo a morir.

4. Tantos hombres grandes, abandonando toda impedimenta, después de haber renunciado a riquezas, cargos, placeres, practicaron hasta el final de sus días eso tan solo de saber vivir; sin embargo, la mayoría de ellos salió de la vida admitiendo no saberlo todavía; así que mucho menos habrían de saber vivir esos otros hombres corrientes.

5. Créeme, es propio de un personaje grande y levantado por encima de los extravíos humanos no consentir en que le sorban ni una pizca de su tiempo, y su vida se hace larguísima justamente porque toda su abierta extensión queda disponible para él solo. Nada por eso quedó tirado sin cultivar ni laborar, nada dependió de otro, pues no halló nada que mereciera tomarse a cambio de su propio tiempo un hombre que era su depositario más ahorrativo. De esta manera tuvo bastante: en cambio es forzoso que queden escasos aquellos de cuyas vidas la gente toma mucho.

6. Y no tienes por qué deducir de esto que alguna vez no vean sus pérdidas: a los más de esos que se ven gravados por una gran prosperidad, en medio de catervas de clientes o en trámites de pleitos y otras honrosas miserias, exclamar en ocasiones: «No se me permite vivir».

7. ¿Cómo que no se te permite? Todos esos que te llaman como asesor legal te despojan de tu propia persona. Aquel encausado ¿cuántos días se llevó? ¿Cuántos aquél candidato? ¿Cuántos aquella vieja cansada de enterrar herederos? ¿Cuántos aquél que para incomodar la avaricia de los cazatestamentos se finge enfermo? ¿Cuántos aquel amigo más influyente de la cuenta que no os tiene para ser amigos sino para exhibiros en su comitiva? Revisa y calcula, repito, los días de tu vida: verás que entre las manos te quedan bastante pocos y desechables.

8. El que logró los fasces ansiados quiere al punto dejarlos y anda diciendo: «¿Cuándo pasará el año?» Otro organiza unos juegos que él consideró en mucho que le tocara en suerte darlos. «¿Cuándo» —dice— «escaparé de esta historia?» Otro como abogado defensor se desbarata por todo el foro y lo llena todo con tan gran concurrencia que no alcanza a que le oiga toda ella. «¿Cuándo» —dice— «se aplazarán estos asuntos?» Cada cual acelera su vida y padece añoranzas del futuro y hastío del presente.

9. En cambio aquel otro que no hay momento que no aproveche para sus propias cosas, que organiza cada jornada como si fuera la última, ni anhela el mañana ni de él recela. Pues ¿qué nuevo deleite queda que pueda aportártelo ninguna hora? Todo ya se conoce, todo ya se ha experimentado hasta la saciedad; del resto, que la pura suerte disponga como quiera. La vida está ya en seguro; a ella se le puede añadir, no sustraer nada; y añadirle será como poner algo más de comida al harto y lleno: toma lo que ya no desea.

10. No tienes por qué pensar en razón de sus canas y arrugas que alguien ha vivido mucho tiempo: ése no ha vivido mucho, sino que ha estado ahí mucho tiempo. ¿Qué pasaría si pensaras que ha navegado mucho uno al que una tempestad muy dura al salir del puerto lo arrastró de acá y para allá y con los tumbos de unos vientos que arremeten por puntos opuestos lo mueve en círculos dentro del mismo espacio? Ése no navegó mucho, sino que lo han zarandeado mucho.
                                                                                                                                 SÉNECA
(Sobre la brevedad de la vida)

                                                                                                

viernes, 23 de octubre de 2015

Inmigrofobia

" La fobia que más debe temer la humanidad,
es la inmigrofobia...
...ese incomprensible rechazo
del ser humano,
por otro ser humano."

(Kary Kamalich)

jueves, 8 de octubre de 2015

Vivir en el anonimato © Ivette Durán Calderón


@Ivette Durán Calderón





Nietzche afirma que la modestia es una gran mentira…admirable tal vez si tiene límite, como lo es para mí la alabanza, aunque digo que en voz propia… envilece, cierra puertas y ventanas, despierta pasiones encontradas, envidia, frustración ... aparejadas.
Vanidad absurda y modestia persistente, separadas por un abismo sin aprender a situarse… no logran ubicarse en el justo medio del valor o la cobardía.
¿Qué falta…? Tal vez apreciación cierta de la real valía sin lesionar vanidad ni modestia.
Falsa modestia... que esconde cualidades. Cobarde sentimiento injusto que no permite dar a conocer lo que se es... lo que se tiene... lo que se sabe.
“Por sus obras los conoceréis” …dice la Biblia. ¿Cómo dar a conocer las mejores obras…? …¿Dónde? …¿Sin despertar envidia…ni ser ególatra, o hacerse esclavo de la vanidad?
Vivir en el anonimato, o… casi, es depender de estribos inferiores, disponibles, perennes pero fríos, porque la vida…la vida es una constante duda entre el recato y la jactancia.

Es entonces cuando el anonimato se convierte en el mejor escudo contra la envidia, la maldad. Es entonces cuando uno debe mostrarse al mundo con esa falsa modestia que le permitirá subsistir. Es entonces cuando se cumple la locución del comediógrafo latino Tito Macio Plauto  en su obra Asinaria, donde el texto exacto dice: "Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit." (Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro).

De Selma a Svetlana, catorce plumas femeninas galardonadas con la máxima distinción: El Premio Nobel de Literatura. @Ivette Durán Calderón



Una vez más se ha cumplido el mandato testamentario del filántropo Alfred Nobel:" Se entregará anualmente el premio “a quien haya producido en el campo de la literatura la obra más destacada, en la dirección ideal”.
Luego de que en 1909, su coterránea Selma Ottilia Lovisa Lagerlöf ,  escritora sueca de fama universal fuera la primera mujer en obtener un Premio Nobel de Literatura, una vez más las mujeres nos sentimos orgullosas  con el lauro logrado por la periodista ucraniana Svetlana Alexievich, merecidamente ganadora del Nobel 2015. No es cuestión de feminismo, sino, de lógica de género.  En todo caso, todo ganador es celebrado por sus admiradores y secretamente envidiado por sus gratuitos detractores.


Codiciado por muchos,  repudiado y hasta ignorado por otros, el premio no deja indiferente a nadie que se precie de estar dentro del mundo literario.

Es precisamente, por estas fechas en que literatos en sus diferentes modalidades recuerdan que el esfuerzo es recompensado y esperan vivir mucho tiempo para tal vez, merecerlo.

Acuerdos e inconformidades rodean, como en todo ámbito, algunos se resignan otros quedan resentidos y siguen a la espera de alcanzar la gloria.

Vale la pena retrotraer a nuestra mente pinceladas curiosas de este singular acontecimiento:

Once de los autores galardonados con el premio fueron de habla hispana.

Es considerado un galardón polémico debido a que se ha ignorado a autores que realizaron aportes significativos a las letras y son reconocidos a nivel mundial.

Dos de los ganadores rechazaron recibir el premio: 
Borís Leonídovich Pasternak en 1958 (bajo una intensa presión del gobierno soviético). Ocurrió en 1958, años conflictivos de la Guerra Fría, cuando la entonces URSS tenía que sentar la diferencia necesaria entre el eje socialista y Occidente. Pasternak, autor del Doctor Zhivago, era un autor conocido a este lado del mundo y había sido considerado desde 1946,  fue  el séptimo intento que le otorgó el Nobel. Al ser notificado del premio, Pasternak envió una carta de agradecimiento a la Academia Sueca, pero a los pocos días, bajo presión del gobierno soviético, debió desdecirse y envió otra carta donde rechazaba el honor: "Considerando el significado que este premio ha tomado en la sociedad a la que pertenezco, debo rechazar este premio inmerecido que se me ha concedido. Por favor, no tomen esto a mal".

El otro personaje es Jean-Paul Sartre en 1964 (alegando que su aceptación implicaría perder su identidad de filósofo). El filósofo y escritor francés Jean Paul Sartre negó el Premio por ser contrario a su pensamiento. En una carta dirigida a la Academia Sueca, el autor de La náusea explicó que aceptar el premio lo comprometería con una institución, afectando su estatus de libre pensador. Sartre no quería tomar lado en la batalla entre Este y Oeste y aceptar este premio lo pondría en conflicto con su simpatía comunista.  Sartre fue más allá. Una semana antes del premio, en una carta del 14 de octubre dirigida al Comité del Nobel, dijo que no deseaba el premio. "No quiero privar a algún otro concurrente de la posibilidad de recibirlo" (incluyendo los 52,000 dólares de premio). Renunciar por adelantado fue para el escritor "para no cometer la indelicadeza de rechazarlo en caso de que le fuera conferido".

Hasta hoy se considera inaudito que 1935 fuera el único año en que el premio fue declarado desierto.

Otro detalle llamativo del premio de la Academia sueca, es su alta confidencialidad, ya que por décadas, no se pudo saber cuáles fueron los nominados entre los años 1901 a 1950, ya que había prohibición de divulgación, lo que recién se reveló hace pocos años. Los nominados de la segunda mitad del siglo se conocerán en cincuenta  años más.

El premio fue compartido en cuatro ocasiones, en 1904: entre Frédéric Mistral y José Echegaray;  1917: entre Karl Gjellerup y Henrik Pontoppidan; 1966: Shmuel Agnon y Nelly Sachs, y 1974: entre Eyvind Johnson y Harry Martinson. Lamentablemente, estos nombres pasaron al olvido.

El proceso para llegar al ganador podría resumirse de la siguiente manera: La lista amplia se recibe hasta el 31 de enero y es secreta. Estos nominados son evaluados por el comité de la Academia sueca. Una gran parte de los nombres son descartados rápidamente por no tener la calidad necesaria y los postulantes restantes son estudiados a fondo. En abril existe una lista reducida de candidatos y para antes de agosto ya quedan cinco finalistas. A mediados de septiembre cada miembro del comité tiene un elegido, y se hace la deliberación hasta que un candidato tenga más de la mitad de los votos, lo que se define el mes de octubre.

Francia lidera el número de escritores premiados; mientras que son las obras en lengua inglesa las más premiadas.

Autores como José Luis Borges, Julio Cortázar,  Augusto Roa Bastos, Federico García Lorca, Marcel Proust, James Joyce, Frank Kafka, Paul Valéry, Emile Zola o Liev Tolstói figuran entre los que mereciéndolo, nunca recibieron el galardón.

Sólo se concede el Premio Nobel  a personajes vivos en el momento de la nominación final.

Once de los galardonados han sido hispanohablantes: seis latinoamericanos y cinco españoles.

Una sola mujer latinoamericana ha recibido hasta ahora el Premio Nobel: Gabriela 
Mistral, ilustre escritora y poetisa chilena, hace, exactamente setenta años.