sábado, 10 de septiembre de 2016

Investigadores literarios, temibles epistemofílicos @ Ivette Durán Calderón



@Ivette Durán Calderón

“Un gran amor brota de un gran conocimiento del objeto amado, y si conoces poco a este, poco o aun nada podrás amarlo.”  (Recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci)

El epitesmofílico es un ser verdaderamente útil a efectos de descubrir datos, historias o acontecimientos ocultos dentro de los propios libros, documentos, escritos, etc.
Ese incontrolable deseo de saber, muchas veces excede los límites razonables  que debe existir dentro de una investigación. El investigador  cual  obstinado detective, actúa motivado por desentrañar y desenmarañar todas las aristas posibles que considera involucradas,  sin tomar muchas veces conciencia plena de que excede los límites del caso de turno  pero, al mismo tiempo, hace posible encontrar la solución.
Se presentan casos en que los datos y la información preliminar pueden ser  inconsistentes en la pesquisa; lo cual no es un óbice para dejar de lado la avidez por encontrar el escrito perdido. Es posible asimismo,  que la habilidad y la sagacidad del investigador sean limitadas e incluso modestas, y hasta pueden carecer de precisión en cuanto a tiempo y espacio respecto a los textos buscados, al punto de que cualquier imprevisto altere la secuencia ideal de los relatos de solución garantizada; más no por ello abandona su cometido.




El epistemofílico, al igual que un investigador de cualquier disciplina, posee más un afán de conocimiento para sí mismo, que el deseo de hacer una labor filantrópica, sin descartar el beneplácito que le produce saber que su trabajo es feneficioso para la sociedad.  Cito el caso de Emilio Renzi (Ricardo Emilio Piglia Renzi, escritor y crítico literario argentino), porque considero que su trabajo puede estar impulsado  por la ambición de concretar el rescate de textos inéditos de su coterráneo Arlt (Roberto Emilio Godofredo Arlt, novelista, periodista e inventor);  aunque en el fondo existan razones personales por las que al difundir su trabajo, Renzi nunca expresa abiertamente que se trata de un cuento de Andréyev (Leonid Nikoláievich Andréyev, escritor y dramaturgo ruso), y si acaso deja una pista, publica su trabajo sugiriendo que es de Arlt, y que el lo encontró.
Se puede colegir fácilmente que como todo detective ficcional, el investigador literario se rige por el idílico placer del adquirir y acumular conocimientos para sí mismo.
Esta voluntad investigativa, le permite disfrutar de las diferentes etapas de aprendizaje y destreza del saber. Este precepto sugiere epistemo o conocimiento, y filia amor.
El epistemofílico  se enfrenta a conquistar  sus propios lauros a través de su intelecto, es la única forma que tiene de entender la realidad propendiendo a que esa intelectualidad sea en lo posible científica.  Un notorio rasgo particular son las capacidades de concentración, atención y disposición de memoria, excepcionales  al común.
Este breve análisis no quedaría completo si no se cita al contrario de su condición, es decir al epistemofóbico, que es el sujeto que rechaza tenazmente el conocimiento; su pensamiento es intuitivo  y no considera necesario emplear un análisis o un razonamiento anterior. Generalmente presenta problemas de aprendizaje, atención y retención en sus estudios, poniendo mucha resistencia al aprender.
Los epistemointeligentes, sin llegar  a ser necesariamente epistemofílicos, se caracterizan porque  desde pequeños destacan por ser independientes de sus padres; resolver situaciones por sí mismos; cuestionar las cosas que dicen sus padres y no acatar órdenes si no están de acuerdo o no las comprenden; tienen agudeza visual; carácter seguro y fuerte; su resiliencia  es tal, que les permite adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o tensión como problemas familiares, relaciones personales, casos de salud, situaciones estresantes del trabajo o financieras. Salen airosos  ante la adversidad.
El epistemointeligente se convierte en epistemofílico cuando tiene una “obsesión” positiva,  y pasa mucha horas al día encerrado en su habitación entre libros y cuadernos, hay casos en que no quiere perder el tiempo ni siquiera para comer y se alimenta mientras trabaja.


Este ejemplar obsesivo intelectual, manifiesta mucha seguridad ante el infortunio, y procura enfrentar con inteligencia sus éxitos y fracasos. Se lo distingue fácilmente ya que denota madures desde niño, gusta de identificarse con intelectuales famosos, sufre de cierto retraimiento al perfil del común, por ejemplo: al baile, hacer cosas triviales, hacer nuevas amistades, etc. Pero cuando hay que resolver algo, toma la iniciativa recurriendo a su ingenio y creatividad espontáneos, cualquier cosa la adapta para crear otra.
Por lo afirmado en líneas precedentes, no se lo debe catalogar como aburrido, le atrae la música clásica, jazz, tango, blues, indie, soul y swing. Desde pequeño es precoz con su manera de ser, siempre viviendo un paso más adelante que los demás, no porque sea el más inteligente, pero sí el más curioso.




El epistemofílico por su pulsión al saber, ha sido estudiado por Freud, Kein y Boin, con respuestas  muy acertadas: Freud relaciona el deseo de conocimiento con la exaltación de la pulsión sexual, la cual surge  paralela a la curiosidad infantil en la etapa del Edipo; Klein, en cambio, sugiere que surge con el deseo de conocer el cuerpo de la madre, lo relaciona con el sadismo y con las tendencias reparatorias como consecuencia del sentimiento de culpa; finalmente  Bion, lo asocia con el encuentro bebé-madre y el subsecuente conflicto entre amor, odio y conocimiento. 
@Kary Kamalich

lunes, 11 de julio de 2016

Los primeros cincuenta


En torno al cincuentenario,
la vida pasa factura…
el primo logro es legendario,
…y la realidad muy dura.


Dignas canas platean las sienes,
y aún falto de experiencia…
lo bueno y mejor de los bienes
…es la acumulada sapiencia.

Amigos que vienen y van,
familia que marcha o se queda…
ya no importa más el “qué dirán”
… y da igual lo que venga o  suceda.

Que los años no ahuyenten los sueños
ya pasaron los treinta y cuarenta
vienen retos, nuevos desempeños
y serán ¡los primeros cincuenta!

sábado, 18 de junio de 2016

Brillo ajeno



De muchos ausentes dicen
que fueron amigos suyos,
éstos que están orgullosos,
no son ni míos ni tuyos...
son fantasmas envidiosos,
que su ignorancia maldicen
no son, no serán, ni fueron,
son oropel de ojo ajeno
critican lo que no hicieron,
y hoy… todo muerto fue bueno.
Esos fantasmas que alaban
lo que no escucharon ni vieron
celosos, codician y codiciaban
lo que no tendrán ni tuvieron.

viernes, 27 de mayo de 2016

España y sus churumbeles en México ®Ivette Durán Calderón


Época de pena y gloria, evocación de todo tipo de sentimientos encontrados,  así son las décadas y los lustros, marcan generaciones, tendencias, moda así como marcan un hito en la historia de la sociedad.
Ésa es precisamente la labor que le tocó cumplir a un grupo de amigos que se reunieron ajenos a  la ambición de éxito,  toda una churumbela, una hermosa joya con diez diamantes, sobrios, delicados pero muy valiosos, ésta es la historia de Los Churumbeles de España.




 Que nadie es profeta en su tierra, ya pasó a la historia, no siempre ha sido verdad; pero no es menos cierto que se puede brillar y  dejar huella  para la posteridad, allende fronteras, muy lejos del suelo patrio.
El gestor de aquella gran aventura artística, fue José Fernández Ruiz, nacido el año 1914 en Lorca (Murcia, España);  a los diecinueve años ya se había revelado como destacado violinista, pues ejercía como primer violín en la orquesta parisiense de Rafael Canaro.  También en Francia —a orillas del Sena—, alternó Fernández con el quinteto Hot Club,  y dos de los jazzistas más influyentes del siglo, el guitarrista Django Reinhardt y el violinista Stéphane Grapelli.



Los Maestros Cantores, fue el nombre aquel grupo de amigos convocados por José Fernández, todos talentosos y además compañeros de infortunio político. Es así que los integrantes originales fueron además de Pepe Fernández, Fernando Sedaño, José Cañete —bajo, clarinete y batería—; Ricardo Mallabrera—saxo—, Mario Burrul  —pianista— y  Juan Torregrosa —principal cantante—.



Debutaron en Madrid el año 1944 en un famoso colmao, cinco años más tarde, con un renombre destacado, fueron contratados por el cabaret Montmatre de La Habana, con la firme intención de crear competencia ante el éxito del cabaret Tropicana, donde el grupo Los Chavales de España obtuvieron un gran éxito. Aquella oferta les abrió la oportunidad de emigrar fuera de España evadiendo represalias políticas derivadas de los círculos republicanos y antifranquistas.



El cambio fue duro, desestabilizó a la orquesta pues el cantante principal Juan Torregosa, decidió quedarse a vivir en La Habana. Fernández reforzó el grupo con Medardo Diez —acordeón—, Luis Companys —violín—, Pedro Montoya y Mario Rey —cantantes románticos—, y Juan Legido como primera voz. Posteriormente se incorporaron como cantantes Pepe Marco y Nino de Utrera.


Emigraron entonces Los Churumbeles de España a Cuba, cosechando éxitos sin par hasta 1950, año en que fueron a México a cumplir una gira artística conquistando rápidamente a ese gran público.  
Atraparon al público,  por su carismático estilo propio.  Pepe Fernández y sus músicos necesitaron un  centro de operaciones y contactos,  fue entonces que decidieron asentarse en México, donde fueron muy ovacionados las centenares de veces que se presentaron en el Teatro Lírico y en el Hotel del Prado.





En suelo mexicano grabaron su primer sencillo, titulado No te puedo querer, a partir del cual se convirtieron en una de las orquestas de moda en Latinoamérica. 

En la década de los 50, figuraron entre los pioneros del bolero moruno, género que plasmaron en canciones como Tres veces guapa, La leyenda del beso y El inmigrante, que se suman a un amplio repertorio de éxitos tales como El beso, Lisboa antigua, Las bodas de Luis Alonso, Doce Cascabeles, La bien pagá, María Dolores, La Virgen de la Macarena, Sin embargo te quiero, Cariño y verdad, Las mujeres feas, El gitano señorón, etc.


La música, letra, y el estilo propio de cada una de sus presentaciones, internacionalizó su fama, fueron muy esperados en los  centros nocturnos de Argentina, Chile, Venezuela, Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo, El Salvador, Colombia, Perú, demás países de Latinoamérica y Estados Unidos  de Norteamérica, particularmente en  prestigiosos  night-clubs de Chicago, Los Ángeles, Las Vegas y Miami.




Los Churumbeles de España interpretaron más de quinientas canciones, grabaron un total de diez discos y vendieron más de diez millones de copias entre 1950 y 1965. Además, el grupo alcanzó el récord de ventas de su tiempo al colocar hasta medio millón de discos sencillos en el primer fin de semana de su lanzamiento. 




La orquesta se disolvió en 1966 y su creador, Pepe Fernández se mudó con su familia a El Paso (Texas), cuatro años más tarde retornó a Querétaro, en México, donde falleció el año 2004.

Esta remembranza no estaría completa si no se hace un justo reconocimiento a la extraordinaria voz de Juan Legido, el cual —si bien Los Churumbeles ya contaban con fama y prestigio—, Legido, conocido en el ambiente como “El Gitano Señorón”, inyectó un estilo propio, auténtico y muy apreciado. Legido ya era un solista famoso, premiado por su tango “Solo” con el Disco de Oro, asimismo, supo intercalar el canto con la actuación, participó en varias películas junto a Los Churumbeles de España, y concedió innumerables entrevistas a programas de radio y televisión. Falleció debido a un síncope cardíaco el año 1989 a los setenta y  tres años, se encontraba en Colombia dentro de la habitación de un hotel luego de haber concedido una entrevista en vivo durante cuatro horas.




Guillermo Calvo Soriano es el autor de la compilación, edición y selección musical, de los éxitos musicales de Los Churumbeles de España, subida a You Tube.
Fuentes de consulta:
Colección de discos de Los Churumbeles Familia Durán - Capel
Archivo privado Familia Durán-Capel
Cibergrafía

*Ivette Durán Calderón es investigadora histórico social, además de jurista.

domingo, 22 de mayo de 2016

Tiempos de globalización


Cuestión de urbanidad

©Ivette Durán Calderón

No es cuestión de protocolo, ceremonial ni simple cortesía, es cuestión de urbanidad, sin caer —que no estaría mal—,  en los mal llamados arcaísmos de Las Máximas de Ptahhotep; los claros preceptos sociales de Confucio; las normas de Luis XIV; Erasmo de Roterdam y su libro sobre los buenos modales; Baldassare Castiglione (el cortesano)y sus estrictas reglas para los caballeros; El Galateo,  escrito por Giovanni della Casa; Adolph von Knigge y su libro Uber den Umganng mit Menschen (Relaciones Humanas) y el Manual de Urbanidad del recordado profesor Carreño, quien educó a muchos hoy abuelos o padres y sus consejos van rotando de generación en generación, de manera oral, y particularmente con el ejemplo de sus actos diarios.


No es que me considere una dama a la antigua, más bien me considero una mujer muy acorde a la vida diaria, me gusta vestir a la moda, siempre y cuando esa moda me favorezca, en cuanto a colores, corte, diseño y accesorios. Lo cierto es que mi actividad —que me obliga a viajar constantemente—, y a mantener actualizados mis conocimientos acerca de las normas sociales y las reglas básicas de etiqueta social de cada país, tomando en cuenta, además, aquellos desagradables estratos sociales, los que —más que sociales—, son más bien, económicos y no todos, de buenas costumbres.


Y es que cada país, tiene sus tradiciones tan castizas, como curiosas; sin embargo, existe un patrón común, que es a todas luces, universal: consideración, higiene y respeto. Sumamos a este aspecto, las tres llaves de oro de las relaciones humanas: “por favor”, “disculpe” y “gracias”, es decir, las normas básicas de la urbanidad y los buenos modales.


Las normas básicas de urbanidad y convivencia social son parte de las relaciones humanas desde tiempos inmemoriales, en cualquier punto geográfico y en cualquier idioma. Así ha sido, así es y así será.

lunes, 11 de abril de 2016

Geopolírica - Geopolítica y Lírica, subsecuencia de la historia de los pueblos ©Ivette Durán Calderón




©Ivette Durán Calderón

El término Geopolítica, es un neologismo cuyo creador es el geógrafo sueco Rudol Kjellén, ya que explicó los principios fundamentales de  tal palabra en su obra titulada: Introducción a la Geografía Sueca el año 1900, seis años más tarde,  al publicar otro de sus libros: El Estado como Organismo Viviente, introdujo el término. La Geopolítica es una ciencia que se ocupa del estudio de la historia y la vida de los pueblos en su entorno geográfico. Generalmente se respalda en otras disciplinas, como ser la Historia, la Geografía descriptiva y la Geografía Política.

Cuando la palabra se convirtió en el principal medio de comunicación,  el ser humano se volvió un animal comunicador.  Aprendió a vincular su lenguaje oral con signos y dibujos que le permitían transmitir sus mensajes entre los miembros de su comunidad, creando de ese modo, un sentido de pertenencia geográfica de su colectividad.

Las antiguas culturas del actual territorio latinoamericano —mayas, aztecas, aymaras, quechuas, guaraníes y mapuches—,  siempre fueron poseedores de su propia historia, la cual fue transmitida oralmente por medio de cánticos, lamentos, rogativas y salutaciones, primero, y a través de signos y alegorías, después. Las expresiones lingüísticas que crearon para mantenerse comunicados y marcar su soberanía territorial, dieron paso a los diferentes dialectos territoriales. En aras de la expansión, iban conquistando territorios a través de contiendas bélicas; los vencedores imponían su dialecto,  sus deidades y sus costumbres a los vencidos.

Por lo tanto, su historia siempre ha estado intrínsecamente ligada a la lírica metafórica, la cual permitió la comunicación con sus colonizadores, ya que, además de estar obligados a aprender un nuevo idioma y ser sometidos a través de la religión,  estaban moralmente comprometidos a mantener sus raíces culturales.  Todo esto lo permitieron las metáforas de la lírica que era empleada para catequizarlos, y también para mantenerse comunicados entre ellos. Los versos líricos siempre fueron el vehículo transmisor de la historia, aunque algunos filósofos discernían entre aceptar la poesía o la filosofía, como verdadero testimonio de la historia de los pueblos.

Fue precisamente una metáfora, la primera definición de aquella América descubierta por europeos que tenían la visión y conocimientos del Renacimiento. Asimismo, el sacerdote español y  cronista de indias, Juan de Castellanos (1522-1607) —autor de los ciento cuarenta y cuatro mil versos de sus Elegías de varones ilustres de Indias—, escogió versos en octavas reales para reseñar la odisea de Cristóbal Colón,  en ellas describe el desconcierto de los conquistadores,  frente a los primeros indígenas americanos encontrados en el Caribe:

[…]“Y ven desde los pies a la cabeza
andar hombres desnudos por las playas,
mujeres do la vista se endereza,
sin arreos de mantas ni de sayas,
por ser sus policías y conciertos,
andar galán y dama descubiertos.
Salían a mirar nuestros navíos
volvían a los bosques espantados,
huían en canoas por los ríos,
no saben qué hacerse de turbados;
entraban y salían de buhíos,
jamás de estraña gente visitados;
ningún entendimiento suyo lleva
poder adevinar cosa tan nueva. […]
Fueron estas naciones divididas
de las partes do fueron procedentes,
antes de ser las letras entendidas
ni se comunicara a todas gentes;
como tampoco son hoy conocidas
de infinitos hombres incipientes…”[…]

He aquí, el lazo amoroso entre historia y lírica, ya que el poeta supo intuir y sentir aquello que los soldados ni siquiera sospechaban.

Este recorrido imaginario desde tiempos precoloniales, conquista, independencia y demás sucesos históricos, aún en nuestros días embelesa por la sutil descripción  de los acontecimientos y lugares hechos verso, sumada la mágica transmisión de sentimientos.

Geopolírica es un neologismo, uno más de los miles que produjo el encuentro de culturas con sus respectivas lenguas o dialectos, donde se incorporaron palabras y expresiones indigenistas al castellano de los españoles y hasta al portugués de los lusos conquistadores, asimismo, el efecto contrario fue, que más que introducir expresiones castizas y autóctonas de los pueblos conquistados, éstas se distorsionaron y se adaptaron para ser utilizadas como instrumento de evangelización,  hasta que aceptaron que la mejor forma de comunicarse era americanizando su lenguaje castellano —conocido como español—.

La lírica poética, a través de la literatura es el mejor nexo cultural, mucho mejor que las ciencias sociales y que las ciencias políticas y es, a través de sus diversos representantes sin distinción de sexo o raza, que llegó hasta nuestros días la verdadera historia de los pueblos. Aquí no se impone la fuerza viril de los varones ni la delicada pluma femenina, tampoco la lírica angustiosa y valiente de los poetas negros —llamados actualmente afroamericanos—, precisamente por eso, es que la lucha permanente por mantenerse viva la lírica indigenista, merece nuestro apoyo, a través de la difusión y el respeto.

La mezcla de dialectos, lenguas e idiomas generada por la presencia árabe, morisca, ibérica, celta, romana y autóctona —incluyendo las lenguas romances—, se ha visto desde sus inicios, domeñada por el panteísmo indígena latinoamericano, volviendo de ese modo, armónica y solemne la comunicación oral,  a la que incorporaron sus instrumentos musicales autóctonos, imbuidos por la influencia africana llena de ritmo, dulzura, fuerza y sensibilidad.


La pléyade  de poetas y poetisas que fueron surgiendo, dejaron imperecedera huella de su lírica en todo el ámbito geográfico que les ha tocado recorrer y vivir por periodos de tiempo indeterminados, fieles historiadores de la vida, se hicieron eco de los acontecimientos políticos y sociales de cada momento histórico; son los genuinos representantes de la Geopolírica, la misma que sin ser ciencia propia, ha sido, es y será parte de todas las ciencias afines a los pueblos.
*(Libro Geopolírica .Cap.: Lírica latinoamericana  ©Kary Kamalich)

miércoles, 6 de abril de 2016

De nadie


©Ivette Durán Calderón
[...]De extintos ilustres dicen
que fueron amigos suyos,
ésos que están orgullosos,
no son ni míos, ni tuyos...
son fantasmas envidiosos,
que su ignorancia maldicen.[...]


martes, 8 de marzo de 2016

Dolor y arte © Ivette Durán Calderón



© Ivette Durán Calderón

Volverás, amor, has de volver,
porque no podrás alejarte fácilmente
aunque la muerte no te deje ver,
sentirás  mis besos en tu frente.

No llores más porque te vas amor,
mereces dormir  tranquilamente
tus labios fríos , sensuales, sin color,
depositarán un beso en mi alma doliente.

Volverás porque morir es parte de la vida,
muerte y vida no pueden ir aparte.
Vivir no es salvación, ni morir una huida.

Yo velaré por ti sin despertarte,
tu pasearás por mi mente dormida
lienzo y pincel... de una obra de arte.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Nuestros derechos culturales, también son derechos humanos @Ivette Durán Calderón

@Ivette Durán Calderón


La cultura es un tema de dignidad humana,  ejercer libremente nuestro legítimo derecho cultural, nos permite contar con una identidad, formar parte de una comunidad y mostrar su diversidad cultural en cualquier territorio con la premisa de proteger la dignidad humana.

Nuestros derechos culturales, contemplan en sí mismos, una serie de obligaciones que adquieren los países con el fin de respetarlos, protegerlos, garantizarlos y promoverlos a través de la adopción de medidas específicas para la implementación de políticas de Estado, claramente definidas respecto de tales derechos. Son exigibles y no deben ser vulnerados.

Nuestros derechos culturales están reconocidos a nivel internacional, nacional y local a través de varios instrumentos jurídico-legales como ser: El Pacto Internacional de derechos Económicos. Sociales y Culturales, entre otros; la Carta Magna o Constitución Política de  los diferentes países y asimismo, les Leyes, Normas, Decretos y disposiciones varias.

De hecho, la Declaración Universal de los Derechos Humanos  cita en sus Arts. 22 y 27 la satisfacción de los derechos culturales y la participación en la vida cultural de la comunidad. La Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural establece que la cultura es el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social que abarca además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias. Citamos también la Observación General No. 21 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; y la Declaración de Friburgo sobre los Derechos Culturales, una iniciativa de la sociedad civil emitida en 2007.

Debemos entender como identidad cultural a todo el conjunto de referencias culturales por el cual una persona individual o colectivamente, se define, se constituye, comunica y entiende ser reconocida en su dignidad. Asimismo, los derechos humanos son los atributos inherentes a la dignidad humana reconocidos y protegidos por el marco jurídico local, nacional e internacional.

Siendo nuestros derechos culturales, parte de los derechos humanos, debemos aprender a defenderlos dentro de diferentes espacios culturales donde pueden darse posibles vulneraciones, como ser que nieguen a la ciudadanía del uso de algún espacio público asignado precisamente, para fines culturales, sin que medien razones legales ni argumentadas. Asimismo, cuando los inmuebles que albergan bibliotecas o centros de cultura públicos son cerrados o sus actividades sean suspendidas indebida y/o arbitrariamente.

Tenemos derecho a acceder a la información pública sobre cultura, incluyendo los montos asignados (subvenciones, aportes, colaboraciones) a la cultura y programas públicos.

En cuanto a las actividades culturales, propiamente dichas,  recordemos que cuando los talleres culturales lúdicos o recreativos programados y organizados en espacios públicos, se suspenden o cierran sin motivos justificados, están vulnerando nuestros derechos. Lo mismo ocurre si nos imponen cobros indebidos o abusivos para acudir a inmuebles del patrimonio inmobiliario cultural.

Todos tenemos derecho al acceso a la cultura, asimismo, tenemos derecho al ejercicio de nuestros derechos culturales, por ello las autoridades pertinentes deben promover a los medios para la difusión y desarrollo de la cultura en todas sus manifestaciones y expresiones, respetando además la libertad creativa en sus diferentes manifestaciones.

Podemos disfrutar de nuestros derechos culturales  si nos permiten el acceso a diferentes actividades culturales; si nos permiten expresar y desarrollar nuestra propia identidad cultural y nuestras actividades artísticas de manera libre; si no nos discriminan en la vida cultural, si nos permiten participar libremente en las actividades culturales; si respetan y reconocen la diversidad cultural, la conservación y la promoción de las tradiciones;  si gozamos y disfrutamos de los beneficios del progreso científico y de sus aplicaciones; si promovemos y gestionamos los bienes y servicios culturales y si protegen nuestros derechos de autoría.

Concentrar los espacios culturales en algunas zonas que se consideran privilegiadas, va en contra de la obligación de garantizar los derechos culturales de las personas y comunidades, precisamente de eso trata la Declaración de Friburgo, ya que enfatiza en que la cultura comunitaria da cuenta del ejercicio de estos derechos humanos en los distintos espacios y puntos masivos de encuentro social. Este proceso genera comunidad, fomenta una cultura de paz, fortalece los lazos de socialización, construye ciudadanía e impulsa la libertad de ejercer los derechos humanos en el territorio.

Declaración de Friburgo: 1. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten. 2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora.

El actor cultural no solo es el artista, somos todos.
(Ponencia 16/02/2016 Pontevedra, Galicia, España)